Polo norte, el cementerio de las ventas ambulantes


Alejandro Calle Cardona

Medellín / septiembre 14, 2015

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Encerrada por una maya y casi sin que se pueda identificar la entrada, que por su apariencia, parece más bien la de la casa de uno de los protagonistas del programa de televisión internacional Acumuladores. Así se ve Polo Norte, la bodega de la Subsecretaría de Espacio Público de Medellín.

En ese lugar, reposan desde 2010, 85 mil artículos, entre bicicletas, carretillas, canastas, neveras de icopor, mesas, sillas, elementos de cocina y un centenar más de objetos, retenidos producto de los operativos que de la manera menos ortodoxa, se desarrollan en las calles y con los que se busca recuperar el espacio peatonal en la ciudad.

A las afueras, con factura en mano y con la ansiedad propia de un padre que espera a que su hijo preso recobre la libertad, está Ómar Alcides David Correa, un hombre todavía joven, humilde, de baja estatura: vine a reclamar unas sillas y un carrito de supermercado que me quitaron el fin de semana. Yo vendo carne asada en la estación Hospital del Metro, de eso vivo”, relata el hombre.

En los últimos días la subsecretaria  de Espacio Público, Irma Lucía Lezcano, dio un plazo de una semana para que la gente que tenga derecho se acerque a reclamar los artículos que están en custodia en Polo Norte. Pero para ello deberán pagar el concepto de bodegaje, precio que por día, supera en ocasiones el valor del objeto decomisado.

”Está estipulado en la resolución que para carretas, carretillas, carritos de supermercado y todo lo que tenga ruedas, se pague un valor de 107 mil pesos diarios. Para los otros elementos como neveras, cajones, colchones, camas, mesas, sillas, en fin, el costo es de 20 mil pesos por día”, explica la funcionaria.

El valor de ese bodegaje se hace imposible de pagar, por la misma dinámica de trabajo que tienen la gente en las calles, por algo no han reclamado semejante cantidad de productos, asegura Duván Alberto Marín, un vendedor de frutas: “sería bueno que los devolvieran sin cobrar porque el cobro es muy alto, más el transporte de allá para acá, hay cosas que no justifica el valor y toca dejarlas perder. Si uno es el dueño, no deberían quedarse con las cositas que harto cuestan”.

De acuerdo con la subsecretaria todo lo que hay en esa bodega se convirtió en un riesgo para la salud pública del sector por la cantidad de plagas. Destaca además, que con los altos cobros de bodegaje se busca desestimular el comercio informal: “Definimos que de ahora en adelante vamos a tener en bodega únicamente tres meses los elementos que son retenidos”.

En caso de que los dueños no reclamen los artículos (llevan cinco años en bodega, el acumulado de los pagos hace obvia la respuesta) se donarán en primera instancia a Bienestar  Familiar, el instituto podrá escoger lo que le sirva para su labor social. Posteriormente se convocará a organizaciones sociales que trabajan con las diferentes secretarías de la Administración Municipal, después  a las asociaciones de recicladores que laboran con la Secretaría de Medio Ambiente, y finalmente, a Emvarias para que se encargue de los residuos sólidos. La única opción para los dueños de esos elementos, es pagar. ¡Cómo si fuera tan fácil!

Y es que recorrer el centro de Medellín vendiendo tintos de arriba  a abajo todo el día al sol y al agua, no es nada fácil. Rogelio de Jesús Velásquez, es un hombre que aunque se ve cansado, tiene una energía que contagia. Lleva ocho años ganándose la comida a punta de tintos, porque ni da le da para más, ni encontró otra cosa qué hacer. La obligación es dura y no da espera.

“Se me llevaron mi carrito más o menos 20 veces, allá lo dejan dos o tres días mientras consigo la plata. Después me vengo caminado desde allá por la toda la autopista, ¡es que cómo voy a dejarlo si es el que me da la comida!”, dice resignado.

Al recorrer la bodega y encontrarse con miles de objetos en montón, abandonados, es imposible no imaginar que detrás de cada cosa hay  una historia, un ser humano que sabe de hambre, de pobreza, de sueños rotos, que conoce de la crueldad que hay en las calles  y que no da tregua.

Carmen Herrera

periodicociudadsur @gmail.com