La renovación y recuperación de este tradicional parque en zona rosa de El Poblado trajo consigo una estrategia policial. Aunque las autoridades aducen combatir la explotación sexual, la policía decide quién entra y quién no al espacio público de acuerdo, incluso, a la forma de vestir.

PUBLICADO 10 DE MAYO 2023

No se trata de una discoteca ni un restaurante ni un hotel cinco estrellas. Es el parque Lleras en pleno corazón de la zona rosa del barrio El Poblado. Son cerca de 13.000 metros cuadrados de espacio público que fue renovado por la alcaldía de Medellín tras años de abandono, pero que ahora tiene algo particular: un cercamiento con vallas blancas para controlar el ingreso.

Luego de las denuncias y casos de explotación sexual de mujeres y niñas en esta zona, y un creciente fenómeno de delincuencia y turismo sexual, las autoridades decidieron intervenir. Desde el pasado 2 de mayo el alcalde Daniel Quintero ordenó la instalación de vallas y de seis ingresos controlados por la Policía, quien pide cédula a los visitantes para definir quien entra y quien queda por fuera del espacio público.

Los uniformados revisan si se cumple con la mayoría de edad, si es extranjero, si ya tiene definido el lugar que visitará e incluso con qué ropa están vestidas las mujeres.

La famosa estrategia fue bautizada como un “abrazo al Parque Lleras” y replica la medida instalada hace unas pocas semanas en otro parque público, pero en el Centro de la ciudad, el de Botero. Allí, con el mismo objetivo cercaron el ingreso, impidiendo el acceso a trabajadores sexuales, vendedores ambulantes y uno que otro transeúnte.

“Hoy nace un nuevo espacio peatonal para la ciudad, hoy recuperamos el Parque Lleras. Son kilómetros de espacio peatonal para los ciudadanos de Medellín y del mundo que van a encontrar un lugar maravilloso. Vamos a tener seguridad permanente con puntos de control que eliminan de tajo todas las modalidades delictivas que alguna vez se causaron acá. El mensaje es que las familias, los artistas vengan a visitar el Lleras, a los comerciantes que inviertan en el parque, que abran sus negocios”, dijo el alcalde Quintero Calle.

Aunque los índices de seguridad mejoraron y los visitantes aumentaron al interior de las vallas, afuera la ciudad sigue igual. En El Poblado no es diferente, decenas de ciudadanos y líderes denuncian que los indígenas se trasladaron para ocupar los andenes a lo largo de la calle 10 y las mujeres dedicadas a la prostitución rondan las calles contiguas al Lleras y el parque El Poblado.

Una mujer delgada y morena se acerca a uno de los puntos de control. Viste un top negro y legui del mismo color. En su mano lleva una caja con dulces y como cada noche llega hasta la zona para vender sus productos, ella también elige sus clientes y si es extranjero, el precio se duplica. Pero esta vez, los policías le impiden el ingreso y le toca ver desde la valla el nuevo parque, rodear el cercamiento a la espera de algo.

La ciudad reclama medidas urgentes ante el flagelo de la explotación sexual y poco a poco recupera el espacio público, pero para algunos es paradójico que limite su disfrute para quienes habitan la ciudad y sea exclusivo para los que la visitan.

Foto principal tomada de El País