Parque de San Antonio de Prado se renueva


Alejandro Calle Cardona

Medellín / mayo 31, 2017

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Por un costado del parque, sube las escalas Wilson Múnera tomando de la mano a su pequeña hija Isabel Jimena, quien se come un helado. Al llegar a la parte alta, ella se suelta de su padre y comienza correr detrás de las palomas que invaden la plazoleta central del renovado parque. “Quedó mucho mejor, ya pueden jugar en más espacio y sin carros”, dijo Wilson.

En las escalas del atrio de la iglesia principal, la misma que parece una casita de pesebre bíblico, está sentando don Bertugo Vanegas junto con uno de sus compañeros de tertulia matutina. Con un sombre se protege del sol y con la mano señala todos los cambios que sufrió el parque de San Antonio de Prado.

A sus 76 años de vida, todos ellos en el corregimiento, ha visto el crecimiento de lo que era antes un puñado de fincas y que se convirtió en el más poblado y saturado de los cinco que tiene Medellín en su zona rural. Por años camino pero también padeció el antiguo parque, ese que obligaba a subir empinadas lomas o escalas de gran tamaño.

“Ahora todo está cambiado, quedó muy bueno porque se puede caminar mejor y más tranquilo. Eso sí, le tienen que poner seguridad porque si no esos pelados que montan patineta lo van a acabar rápido”, refunfuña don Bertugo.

Wilson opina lo mismo. Asegura que el mejor cambio es el cierre de la vía que cruzaba entre el atrio y el parque, la cual ahora hace parte de los 4130 metros cuadrados de espacio público con los que cuenta el parque. Al otro costado, las casetas de mercados campesinos albergan a los productores locales que llegan cada fin de semana a vender sus lechugas, tomates, pollos, huevos y demás.

Pero son las palomas que reinan en el parque. Se cuentan por decenas. Sobrevuelan la cabecera urbana, llegan hasta los palomares de madera, aterrizan en la plazoleta cuando alguno arroja maíz o arroz y salen espantadas cuando niños, como Isabel las corretean.

Pero no todo fue perfecto. Wilson y don Bertugo, así como los comerciantes de la zona céntrica, se quejan por los retrasos que tuvo la obra que inició en diciembre de 2015 y se espera entregar un año después. “La situación ha sido crítica porque la gente no viene a comprar por tanto cierre, las aceras estaban tapadas y el polvo no ayuda”, lamentó Nelson Penagos, comerciante y quien asegura que sus ventas bajaron hasta en un 50%.

Paula Palacio, secretaria de Infraestructura de Medellín, destaca la transformación del parque, la accesibilidad para las personas con problemas de movilidad, los 1792 metros cuadrados de andenes y el espacio público que ya disfrutan los habitantes del corregimiento.

La funcionaria explicó que los retrasos se debieron a las tres temporadas invernales de 2016 y 2017, a las navidades de 2015 y 2016, al manejo de tránsito, pero en especial al hallazgo de unos vestigios arqueológicos. “Iniciando la obra encontramos restos de vasijas y monedas. El Instituto Colombiano de Arqueología nos obligó a cambiar la forma de trabajo, pasando de excavación con maquinaria pesada a excavación manual”, indicó.

Pero ya todo quedó superado. La larga espera, el ruido, el polvo y la falta de un parque para charlas y pasar las tardes frías, ha finalizado. Los más de 6200 millones de pesos que costó el parque (2570 millones de pesos aportados por el Área Metropolitana y el resto por el Municipio), logró la transformación de este parque donde el peatón será más importante que el vehículo.