¡Feliz cumpleaños, Verde querido!


Alejandro Calle Cardona

Deportes / abril 30, 2017

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Naciste un 30 de abril de 1947 y llegaste para alegrar millones de corazones. Ese día se protocolizó tu arribo al mundo en la Notaría Primera de Medellín. Allí quedó la escritura de constitución, que bajo el nombre de Atlético Municipal, ratificó tu existencia.

Te apoyaste en la base de jugadores del Unión Indulana. Te propusiste pelear los puestos de vanguardia y creer en el talento local. Incentivar al futbolista nativo fue tu gran lucha, mientras otros creyeron ciegamente en el aporte extranjero.

Esa postura valiente te costó al inicio el prestigio y grandes derrotas, pero también grandes adeptos. La sociedad admiraba la lucha quijotesca con la que te medías a elencos repletos de argentinos, peruanos, paraguayos y uruguayos. Mientras, seguías ahí, sumando experiencia y apoyando al futbolista local por encima de todo.

De camisa verde y pantaloneta roja elegiste saltar al campo. Sí, ya sabemos que ese combinado es muy feo, pero eras un infante y esos colores te gustaban. Eran legado del Unión y con esos te presentaste el domingo 15 de agosto de 1948.

Ese día inició el profesionalismo en Colombia, en esa jornada marcaste un primer hito: derrotaste a Universidad Nacional de Bogotá 2-0 en el Hipódromo San Fernando en Itagüí, porque el Atanasio, tú casa y la de tus feligreses, estuvo apenas para 1953.

Ese primer gol de esta rica historia significó el primer abrazo entre tus seguidores, y fue a la vez el tanto que inauguró el fútbol profesional colombiano. Su autor: Rafael Serna Gil, nada menos que el tío de Mauricio “Chicho” Serna. ¿Qué casualidad, no?

En esos primeros años obtuviste resultados discretos y recaudaciones paupérrimas. Te ibas a ir a la bancarrota. Por eso el técnico José Sáule propuso frenar el “criollismo”, promover al jugador de la nación, pero acompañado de extranjeros influyentes que les brindaran enseñanzas y herramientas para que fueran competitivos.

Así apareció en 1953 Atilio Miotti. El primer extranjero en tu nómina. El argentino se convirtió en el embajador de esta nación que tantas figuras te ha dado como: Miguel Zazini y Carlos Gambina, tu primer goleador en el rentado patrio (1954). Al igual que Eduardo Balasanián, Óscar “Coco” Rossi, Óscar Calics, Tito Gómez y José Luis Brown.

En ese lote no pueden faltar Jorge Hugo la “Chancha” Fernández, Raúl Navarro, Oswaldo Juan Zubeldía y Franco Armani. Cuatro de tus once “inmortales”, esos que están un escalón por encima de los demás referentes o ídolos, por sus títulos, trascendencia, sentido de pertenencia, amor al club. A los que no se les discute nada y los que fácilmente pueden llevar el nombre de tu estadio, o de una de sus tribunas a futuro.

Ese primer intento de “mezclar” nacionalidades te dejó en el séptimo lugar en ese año. Para el siguiente fuiste primero bajo el mando del mundialista argentino Fernando Paternóster como técnico.

Fue el primer título para el departamento antioqueño, y lo conseguiste nada menos que ante el Independiente Medellín, al que derrotaste 1-0 con gol de Gambina. Ese galardón lo festejaste tres días después, dado que Quindío, que era tú inmediato perseguidor, aplazó esa fecha, y al jugar y no lograr la victoria a mitad de semana, te hiciste inalcanzable en puntos, y te convertiste en campeón, así no estuvieras en el campo. Por eso la fiesta quedó para el 2-6 que le propinaste a América, que jugaba en Palmira, porque su afición no llenaba el estadio Pascual Guerrero.

Muchas novedades

En esa década de 1950 tuviste cambios drásticos. Desde 1954 hasta mediados de 1956 usaste el pantalón negro en vez del rojo, ¡buena decisión! De 1956 en adelante optaste por el blanco, que junto al verde hace referencia a tu departamento. También dejaste el viejo hipódromo del “Municipio Industrial” para mudarte al “Coloso de la 74” a partir de 1953.

Por si fuera poco cambiaste el nombre de Atlético Municipal a Atlético Nacional un 25 de julio de 1950. Y algunos quisieron fusionarte, erradamente, con el vecino de patio. En 1958 te hiciste llamar “Independiente Nacional”, pero extraoficialmente, pues en la Dimayor tu nombre seguía siendo el que ostentas hoy en día.

Todo se debió a la gran quiebra, tanto la tuya como la del vecino de patio. Al Medellín lo liquidan, desaparece del profesionalismo, te cede cuatro jugadores, y sigue jugando torneos amateurs. Mientras tanto tú resistes, aguantas y respaldado por los jugadores de ese año, pero especialmente por Humberto “Turrón” Álvarez te mantienes a flote y vuelves al criollismo.

Por eso “Turrón” es un “Inmortal”. Porque además de ser el mejor jugador colombiano de esos tiempos (fue pretendido por el Bolonia de Italia), y el primer goleador histórico del equipo (83 goles), nunca abandonó el barco, tuvo amor a tus colores e impidió que desaparecieras. ¿Qué habría sido de nosotros sin ti? ¿Qué clase de fútbol estaríamos viendo? ¿Seríamos felices?

En 1962 un grupo de directivos toma tus riendas. Se acaba el criollismo, que había tenido algunos buenos partidos, más no campeonatos. Vuelven los extranjeros. Se contrata a nueve uruguayos y asoma en el club el directivo Hernán Botero Moreno, quien te llevó de chico a grande.

Al mando de Botero y otros más se vinculan 61 jugadores foráneos en nueve años (1962-1970), una cantidad descomunal que arroja solamente el subtítulo de 1965. La lección se aprende, se entiende que es mejor la calidad que la cantidad.

Don Hernán se las ingenia para traerte de Argentina tres grandes figuras en 1971. Sin mucha plata, pero con gran ingenio y recursividad trae a Tito Gómez, Óscar Calics y Raúl Navarro. Ellos encantan, encajan a la perfección, gustan a la fanaticada y ese año disputas el título con Santa Fe. 0-0 tanto en Bogotá como en Medellín. Un tercer partido se juega en Cali y arrastras una multitud que hace lo que sea por verte. Duermen en parques, en las afueras del estadio, o donde se pueda. Te ven caer 3-2, pero muestras otro semblante, la vida empieza a sonreírte.

 

Cada vez más grande

Los tiempos cambian. Debutas en Copa Libertadores en 1972, pero ese debut internacional no es el esperado. De todas maneras tienes el primer roce internacional, sigues aprendiendo de los grandes del continente. 

Muestras categoría en los siguientes certámenes nacionales. Ya no sos el chico aquel al que Millonarios y Cali goleaban. Das la pelea, muestras nivel, te ves a la par, y a estos mismos les ganas el título de 1973 con César López Fretes como entrenador.

De esta manera rompes la racha más negativa que te ha acompañado: 19 años sin una vuelta olímpica. Casi dos décadas escuchando a los vecinos decir que son mejores, que tienen dos estrellas, que tienen más años, más afición, que han traído más figuras y otras cuantas habladurías.

¿Te dije que eran tiempos de cambio?, ¿verdad? Pues bien, para 1974 sales segundo, otra vez detrás del Cali. En 1975 vuelves a la Copa Libertadores y derrotas 3-2 a Cruzeiro en Belo Horizonte, Brasil. Perdías 2-0 y lo diste vuelta con un golazo de Víctor Campaz, quien eludió a medio equipo, se metió debajo el arco, dio vuelta hacia atrás, abrió los brazos y la empujó de taco.

Ese triunfo no fue suficiente para avanzar a la segunda ronda, pero esa victoria fue catalogada como gesta nacional por ser el primer conjunto colombiano en ganar en Brasil, por hacerlo ante un rival que tenía media selección brasilera, y que no perdía en su casa tres años atrás. ¿Te dije que eran tiempos de cambio?, ¿verdad?

En esas idas y vueltas seguiste camino a la grandeza. Para el segundo semestre de 1976 llegó Oswaldo Juan Zubeldía, otro de los “Inmortales”. Con él hay un cambio de mentalidad en el futbolista colombiano. Este se hace más profesional, y con él adquieres fundamentos tácticos que desconciertan a los rivales.

Con Zubeldía se acaban las siestas y se trabaja a doble turno. El viejo tenía máximas como esta: “lo mejor cuando se pierde un partido es hacer un entrenamiento divertido y cuando se gane hay que ser más severo con los jugadores”. Esas lecciones las aprende el “Inmortal” Francisco Maturana, integrante de ese elenco campeón en 1976.

Estos logros y ese buen fútbol que enseñaste hacen que la sociedad se interese en ti. Los más jóvenes quieren ser como Navarro, el “Zurdo” López, Vilarete, Lóndero, Jorge Olmedo, el “Chumi” Castañeda, Palavecino, Gustavo Santa, Sarmiento, Herrera, entre otros.

Hernán Botero aparece de nuevo con un as bajo la manga. Decreta que los estudiantes con buenas calificaciones de los colegios de Medellín tengan entrada gratis a los partidos. Tu afición empieza a tener un cariz intelectual, de pensamiento crítico y mucho respeto. Son ellos los que aman el fútbol bien jugado, el ganar de forma estética, los que transmiten a sus hijos tu adn, y los que multiplicarán por millones tu afición en un futuro.

El proyecto de Zubeldía continúa. Este no te da galardones entre 1977 y 1980, pero sí un buen fútbol que llena estadios, que da oportunidad a los jóvenes, que gusta, que apetece. Tu nivel es de equipo grande, y pasas a pelear cada torneo con los de siempre, más Junior y América que entran en la pelea. ¿Te acuerdas?

Título y despedida

En 1981 obtienes la cuarta estrella. Lo haces con un equipo fantástico, pero ante un rival antipático, grosero y mal perdedor: América.  Le ganabas 1-0 y a falta de cinco minutos para culminar el juego sus jugadores se retiran del terreno de juego por orden de su técnico Gabriel Ochoa Uribe, quien no estaba de acuerdo con el penal que sancionó el árbitro.     

Un desplante que no opacó tu brillo, tampoco el de Carrabs en el arco, y el de hombres destacados como Dragonetti, Porras, Luna, Sarmiento, Peluffo, y un ataque en el que Vilarete, “Chumi” Castañeda, el “Tanque” La Rosa deleitaban, el goleador Hernán Darío Herrera. También para la magia del peruano César Cueto, el “poeta de la Zurda”, el hombre de los pases quirúrgicos, milimétricos, otro “Inmortal”.

Inmortal como Zubeldía, quien ese año dijo: “dejo a Nacional arriba y me voy”. El del cielo lo escuchó. El argentino falleció de un infarto, el 17 de enero de 1982, mientras hacía una apuesta de hípica. El prócer fue despedido con todos los honores, la ciudad se volcó a despedirlo.

Durante los primeros años de esa década formas nóminas de buen calibre, pero estas tienen torneos irregulares. Se rescata el subtítulo de 1983, en el que fuiste campeón durante 30 minutos, pero tras Junior igualarte 1-1 en Barranquilla, América se quedó con el título.

El criollismo por convicción

Para 1987 Francisco Maturana llega a dirigirte. “Pacho” decide emplear solo elementos colombianos por convicción y no por obligación. Haces negocio con el DIM y traes a Luis Carlos Perea, Gildardo Gómez, y Leonel Álvarez. Ellos se amalgaman a Alexis García que venía de hacer buenas campañas con el Caldas, y junto al “Chonto” Herrera, Luis Fernando Suárez, Jimmy Arango, Ricardo “Chicho” Pérez, e “Inmortales” como Andrés Escobar y René Higuita se arma un equipo que deja buenas sensaciones en 1987, y que estuvo cerca de clasificar a la Libertadores.

Para 1988 la base de este conjunto te saca subcampeón detrás de Millonarios, que gana el torneo con tus mismos puntos, pero con cuatro goles más de diferencia y en medio de varias polémicas arbitrales. ¿Recuerdas todo lo que protestamos?

El segundo lugar de ese 1988 te da cupo para la Copa Libertadores de 1989. Esa que te dio la chapa de grande del continente. La que ganaste con “puros criollos”, sin ningún extranjero, algo nunca visto entre los ganadores de esta competición.

Una copa que te hizo más respetado, y querido por tus compatriotas. Que te generaron el amor de millones de hinchas quienes se dejaron seducir por el buen fútbol, por la filosofía del criollismo, por la victoria, por tú aporte a la Selección Colombia, y por un emblema como René Higuita, un arquero único e irrepetible.

Muchos critican y dicen que tu hinchada es exitista y que nace a partir de ahí. A esos siempre se les recuerda el proceso que inició Botero, y se les pregunta si pasó lo mismo con el Once Caldas. ¿Cierto que no? Obvio, lo tuyo fue único, admirable, envidiable. Te convertiste en el fenómeno deportivo, social, y cultural  más importante del país, como dicen tus hinchas.

Tras la Libertadores llegó la Copa Interamericana de 1990, y el campeonato local de 1991 marcando otro hito: ser el primer campeón sin ningún extranjero en nómina. Allí figuraron Asprilla y Aristizábal, el que más hizo celebrar a tus apasionados seguidores, el goleador histórico, otro de los “Inmortales”. ¡Qué equipazo tenías!

 

Andrés, parcero, nos vemos en el cielo

En 1992 y 1993 sigue el protagonismo y ocupas el segundo, y tercer lugar, en su orden. Para 1994 vuelves a aportarle jugadores a la Selección Colombia que juega la Copa Mundo en Estados Unidos. En el juego ante los anfitriones Andrés Escobar anota en propia puerta, y ese autogol lo marca negativamente.

Al regreso a Medellín Andrés es increpado a la salida de un establecimiento. Los desalmados no entienden que se trata de un buen hombre, que esto es un deporte, que él no tuvo la culpa de la eliminación de Colombia. Sus argumentos no convencen y le propinan doce disparos que acaban con su vida, con sus sueños, con el “Caballero del fútbol”, uno de tus hijos ilustres. Ese fue el día que te vi más triste. Lloraste mucho, y aún lo haces al recordarlo.  

La revancha de sus compañeros es en el rectángulo verde. Se prometen honrar a Andrés con el título y cumplen la promesa. Te conviertes en el mejor equipo del año. Ganas el Apertura, el Finalización, los dos cuadrangulares: el semifinal, y el final con un sabor especial, pues lo haces ante tus tres rivales históricos: América, Millonarios y Medellín. ¡Qué gusto tan sabroso!

La vuelta la das ante un Atanasio Girardot pintado de verde. Medellín era el local, pero estando sin opciones de título sus hinchas decidieron no ir. ¿Se solidarizaron para darles espacio a tus aficionados para un posible festejo?, ¿o abandonaron a su equipo? Yo creo que fue la segunda.

El título no fue fácil. Juegas desde el minuto 30 con 10 jugadores por la expulsión de Nixon Perea, a quien Alexis García le echa un sermón de padre y señor mío en el entretiempo: “Mejor que ganemos, sino mirá dónde te vas a esconder”, le advierte el capitán, furioso como nunca.

Pasan los minutos, y no haces gol. Millonarios le gana a América en Bogotá y con el empate 0-0 en la “Bella Villa” es campeón parcialmente. Juan José Peláez saca al goleador Alex Comas e ingresa al juvenil Juan Pablo Ángel. La gente reclama y no entiende el cambio. Ángel se defiende marcando a los 70 minutos de juego, y el “Paisita” Múnera Eastman exclama: “gol para Andrés Escobar, que aplaude desde el cielo”.

1-0 termina el partido. Sales victorioso. Es un nuevo galardón de tus puros criollos. De esa manera conquistas la sexta estrella. ¿Te acuerdas?

Más “vitrina” internacional

Para 1995 estuviste cerca de ganar la Libertadores por segunda ocasión. El título lo perdiste con Gremio, al caer 3-1 en Brasil y empatar 1-1 en casa. Sin embargo hiciste una buena campaña, dejaste en el camino a rivales como River Plate, Peñarol, y nuevamente Millonarios.

Entre 1995 y 1998 no consigues el campeonato nacional, pero sí la Copa Interamericana al vencer 2-3 al Saprisa en Costa Rica. Este torneo lo disputas por el desinterés de Gremio a jugarlo. Acudes como subcampeón  de la Libertadores, y ese certamen, que había sido aplazado dos años, lo ganas en 1997.

Así obtienes tu tercer título internacional, mientras que el cuarto llega con la Copa Merconorte ganada al Cali en 1998. Desde ese día te llaman: el “Rey de Copas Colombiano”. El apodo te lo puso Jorge Barraza, periodista de la Conmebol, e hincha de Independiente de Avellaneda. No  fue idea de un hincha pretencioso que es lo que piensan tus detractores.

En 1999 consigues la séptima estrella ante América. Otra vez con una nómina sólo de colombianos. La final es reñida y pareja, como todo ante este rival. La serie se define desde los lanzamientos desde los doce pasos. Hay agonía y muchos nervios, pero en esa instancia Milton Patiño y Robinsón Martínez se hacen figuras.

Del 2000 al 2004 no andas bien el ámbito local. Hay crisis, malos resultados, finales perdidas ante América, San Lorenzo (Suramericana), Medellín y Junior. Son campañas para lamentar. Estas se disimulan un poco con la Merconorte ganada a Millonarios en el 2001, el quinto cetro internacional de tú historia.

En el 2005 vuelves a la gloria con uno de los mejores equipos de todos los tiempos: el que dirigía Santiago Escobar y tenía como goleadores a Edixon Perea y Aristizábal, también a figuras como Hugo Morales, Héctor Hurtado, Camilo Zúñiga, “Chicho” Serna, y el venezolano Jorge Rojas, quien se convirtió en el primer extranjero tras 17 años de apostar al talento local.

La racha victoriosa se va en el 2006, pero vuelve con todo para el 2007. Año en el que logras el primer bicampeonato de tu historia, de la mano de Óscar Quintabani, y jugadores como Sergio Galván, Aldo Leao, Jairo Patiño, David Ospina, Carmelo Valencia y Víctor Aristizábal.

El 2008, 2009, y 2010 son para el olvido. Tu categoría se discute. Te ganan con facilidad, y no se encuentran respuestas. Santiago Escobar vuelve al rescate y en el primer semestre del 2011 te saca campeón con Gastón Pezutti, Estefan Medina, Jairo Palomino, Macnelly Torres, Carlos Rentería, y Dorlan Pabón como protagonistas.

Nace una dinastía

En la campaña del segundo semestre del 2011 quedas por fuera de los cuadrangulares. Algo inconcebible viniendo de ser campeón. Eso motiva a que la Organización Ardilla Lulle, tus dueños desde 1997, hagan en el 2012 una gran inversión en jugadores que influyeron en tus más recientes conquistas.

La Superliga del 2012. El bicampeonato de Copa Colombia del 2012 y 2013, y el triplete de ligas ganadas en el 2013-I, 2013-II, y 2014-I con Juan Carlos Osorio, son parte de los frutos que te han dado ese grupo de deportistas, que entablaron la dinastía que hoy te hacen dominador absoluto del fútbol colombiano, y gran protagonista en el plano internacional.

Esa batuta la tomó Reinaldo Rueda, otro de esa raza inmortal, quien le añadió diversos valores y elementos al grupo, el cual maduró con la retroalimentación y enseñanzas que les dieron sus últimos entrenadores.

Con Rueda lograste la liga en el 2015-II, con récord de 45 puntos en el Todos Contra Todos. Él le dio continuidad a un juvenil exquisito como Marlos Moreno, confianza a un goleador como Jefferson Duque, libertades para hacer el fútbol que mejor les pareciera a Macnelly Torres, Yimmi Chará y Alejandro Guerra, y la continuidad a Franco Armani, el último de tus “Inmortales”.

Para el 2016 seguiste de fiesta. Seguro lo recuerdas porque es tú año más reciente. ¿O no, viejo querido? ¿Me vas a decir que te olvidaste de la Superliga ganada al Cali?, ¿de la Copa Colombia en la que derrotaste al Junior?, ¿de esa Copa Libertadores tan esperada hace 27 años?, ¿o de los elogios que recibiste por tu solidaridad y juego limpio mostrado en la tragedia de Chapecoense?

Eso seguro lo tienes presente, porque fue el año en que te llovieron elogios y admiración. Hablaron de ti día y noche en todos los programas deportivos. Mandaron a los hinchas de otros equipos a ver novelas, porque tú abarcabas toda la franja informativa. “Que Nacional esto”, “Que Nacional aquello”. Ah, viejo picarón, cuántas rabias les sacaste.

Tal vez por eso festejaron tanto tú derrota ante el Kashima en el Mundial de Clubes. Por envidia, por incompetencia, porque saben que de ser campeón del mundo no tendrían nada para refutarte el resto de sus días. Pero tranquilo, eso llegará en otro momento. Sé que el fútbol te dará ese lugar.

Por ahora concéntrate en arreglar la casa. En que la familia esté bien y unida. En que todos halen pare el mismo lado, y en que estos setenta años te encuentren con buena salud, viejo pero alentado, fuerte para la batalla, dispuesto a ganar lo que venga y deseoso de cumplir muchos más. ¡Feliz cumpleaños “Verde” querido!

 

Jonny Sampedro

@jonnysampedro